viernes, 5 de diciembre de 2008

Nutrición de las Personas Mayores


Modificar hábitos alimentarios en las personas mayores es sumamente dificultoso, porque se acarrean durante años. El cambio debe ser gradual, para que el incumplimiento de las prescripciones dietéticas no sea una constante.
Se considerará cada caso en particular teniéndose en cuenta:
Los ancianos suelen cumplir tan estrictamente las indicaciones de los facultativos que retiran definitivamente de la dieta algunos alimentos.
Influyen también en este punto las creencias populares arraigadas de generación en generación. (Ej.: la carne produce reuma, la sal es mala, el huevo hace mal al hígado, etc.).
Valorar el estado psíquico de cada paciente, el grado de dependencia y el apoyo familiar que recibe.
Considerar si en el medio en que vive se pueden adquirir los alimentos indicados, lo complejo de la preparación y las condiciones económicas para adquirirlos.
El estado nutricional del paciente en cuestión puede estar alterado por las restricciones alimentarias que imponen:
Enfermedades crónicas (orgánicas y psíquicas).
Anorexia o hiporexia (falta o disminución del apetito).
Disminución del sentido del gusto.
Disminución del tono de los músculos masticatorios.
Encías inflamadas, ausencia de piezas dentarias o prótesis mal adaptadas.
Disminución del poder adquisitivo.
En los gerontes el metabolismo basal se haya disminuido y la actividad física es mínima, lo que implica un menor requerimiento calórico que en el adulto joven. De acuerdo con el Dr. Pupi, entre los 80 y 85 años no se requieren más de 1.600 calorías como promedio por día.

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